¡Qué alegría te invade cuando te pones una chaqueta después de dos o tres semanas de no llevarla y adviertes que en uno de los bolsillos hay un billete de color azul!
Aunque hoy en día, en las ciudades globalizadas, eso sucede cada vez menos, ya que, como digo yo, más a menudo se usa el “dinero de plástico”. Hoy mismo una compañera de trabajo me estuvo comentando sus recuerdos sobre la llegada de los primeros cajeros automáticos y lo comparamos con la velocidad vertiginosa a la que evolucionan las TIC (Tecnologías de la Información y Comunicación).
El tema del cajero automático me llamó la atención, por lo que al llegar a casa decidí informarme un poco: parece ser que el primer cajero automático fue inventado en 1939 en Estados Unidos por el armenio Luther George Simjian, pero el invento resultó ser un fracaso.
En 1965, el escocés John Shepherd-Barron, siendo trabajador de una empresa que fabricaba máquinas de contar dinero, sintió la necesidad de obtener dinero de dichas máquinas sin tener que ser atendido por una persona y basó su inventó en el funcionamiento de una máquina expendedora de chocolatinas.
Casi medio siglo después, los cajeros y las tarjetas siguen sacando humo y evolucionando día a día hasta el punto de integrar la imagen que tú desees o incluso con formas curiosas. 
Pero… ¿De dónde procede el dinero? ¿Cuáles son las principales fuentes de riqueza del mundo? Las respuestas son múltiples y variadas, así que voy a centrarme en una: la que yo llamo dinero líquido o petróleo, en el que profundizaremos en el próximo post.
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