Tirones de bolsos, robos a adolescentes en plena luz de día, atropellos, coches a la fuga, cristales rotos, gritos nocturnos, peleas callejeras...
Pero no quiero meterme en camisas de once varas ni abarcar amplios territorios. Mi gran incognita en este momento es ¿dónde está el civismo y el respeto al prójimo?
Me levanto cada mañana dispuesta a ganar la carrera; me calzo mis deportivas, salgo al portal y me coloco en la línea de salida.
Preparada ... lista ... YA!
Empiezo a recorrer los escasos 100 metros que separan mi portal de mi lugar de trabajo, trayecto que, más que un agradable paseo, parece convertirse en una prueba de obstáculos: me encuentro con esquinas y puertas de edificios húmedas de orín de perro (o no), el suelo lleno de excrementos que hay que ir sortenado, chicles pegados en la acera, varios post-it pegados en paredes, ventanas y portales a lo largo de toda la calle, colillas de cigarillos mal apagadas, graffitis pintados con prisa y de dudoso gusto, baldosas rotas y un sinfín de sorpresas más.
Parece que hoy también he alcanzado mi destino sin romperme la crisma, no tendré un día con suerte añadida, ya que procuré no pisar ninguna caca de perro, pero ya tuve suficiente al no sufrir ningún daño colateral.
Bueno, Cris, eso que cuentas pasa en todos lados y en todas las épocas. Plantear un cambio es como perdirle peras a los olmos. Supongo que lo único que nos queda es tratar de hacer civismo con quien se pueda y con quien quiera. Lo demás es así....como dice la canción de los Beatles: Let it be (dejalo ser)
ResponderEliminarun abrazo, Cris!!
Razón no te falta, Marcelo, pero a veces me da un poco de rabia, para llamarlo de algún modo, la dejadez de la gente y el egoísmo que nos puede llegar a mover.
ResponderEliminarGracias por tu comentario y feliz fin de semana!